La disfagia o dificultad para tragar puede ser detectada por cualquier persona o profesional de la salud, a través de la observación de determinados signos y síntomas que se manifiestan preferentemente durante las comidas, o mediante cuestionarios validados para el cribado de este síntoma. Sin embargo, para un diagnóstico definitivo se suele recurrir a varios procedimientos como los que se detallan a continuación.
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La información aportada por el paciente, sus familiares o cuidadores permite al profesional sanitario obtener el mayor número posible de datos para formar un juicio clínico y continuar con la exploración.
Entre los cuestionarios validados para discriminar o cribar los trastornos para tragar, el cuestionario EAT-10, por sus siglas en inglés, Eating Assessment Tool, elaborado por el Dr. Belafsky y traducido y validado al español por el equipo de la Dra. Burgos del Hospital Valle d’Hebron, bajo el patrocinio de Nestlé Health Science. Este test permite, a partir de la evaluación de síntomas específicos de disfagia, obtener una puntuación directa. Si la puntuación total que se obtiene es mayor o igual a 3, la persona puede presentar problemas para tragar de manera eficaz y segura y debe ser evaluada más exhaustivamente.
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El Método de Exploración Clínica Volumen-Viscosidad (MECV-V), desarrollado por el Dr. Pere Clavé y Sra. Viridiana Arreola del Hospital de Mataró, con la colaboración científico-técnica y patrocinio de Nestlé Health Science, permite identificar de manera objetiva si el paciente tiene una alteración de la deglución y orientar el tratamiento más adecuado. Se trata de una prueba sencilla, rápida y segura si lo realiza un profesional entrenado. Consiste en administrar agua espesada a viscosidad néctar y pudin en diferentes volúmenes crecientes (20 ml, 10 ml y 5 ml), y observar la reacción del paciente, buscando la posible existencia de algún signo de trastorno de la deglución. Los principales signos que se observan son: tos durante o después de la ingesta, cambios en la calidad de la voz y la presencia de residuos del agua espesada en la boca o en la garganta.
Una vez acabada la prueba MECV-V, si los resultados obtenidos no son concluyentes, el paciente puede ser estudiado con más detenimiento y profundidad a través de una prueba de endoscopia (fibrolaringoscopia) y/o videoradiológica (videofluoroscopia) de la deglución, con la finalidad de obtener el diagnóstico definitivo.
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